“LA NOCIÓN DE CASA EXPLICA LA REALIDAD SOCIAL Y CULTURAL DEL PIRINEO TRADICIONAL”

en los Pirineos, la organización social y las formas de reproducción y de simbolización, tanto de la casa como de la comunidad de vecinos, funcionan de la misma manera


Los fragmentos de texto que siguen forman parte de un interesante trabajo titulado La lógica doméstica y la lógica comunitaria en la sociedad tradicional comunitaria, realizado por el antropólogo vasco, Josetxu Martínez Montoya:

A nivel de etnografía europea, la cuestión se plantea a la hora de precisar cuál es el elemento central que define su organización social y en el que aparecen los rasgos más fundamentales de su cultura. En algunas zonas de Europa, la familia nuclear es la unidad corporativa más relevante (Mediterráneo). En otras, la comunidad aldeana (Castilla-León) y la casa (Pirineos) se constituyen en reguladores sociales de los grupos humanos. Las zonas de montaña europea, y más en concreto los Pirineos, son un buen terreno para analizar la importancia que estas unidades mínimas de organización social tienen para moradores y vecinos.

En el estudio de las sociedades tradicionales europeas, encontramos tres tradiciones que nos ayudan a comprender las formas de organización social y cultural de los pueblos que han habitado la vieja Europa, la histórico-jurídica, la socio-geográfica y la etno-antropológica. La comprensión de las comunidades del pasado europeo implica el conjugar los tres enfoques.

Cada uno de ellos ha elaborado una metodología, una problemática, y ha hecho aparecer unas características organizacionales, normativas y rituales que caracterizan a los caseríos, aldeas, pueblos y valles de la Europa rural. En relación a los Pirineos, los desarrollos empíricos y teóricos de la sociología y el derecho son los pioneros en el análisis de esta área cultural cuyas características sociales la ubican en lo que Augustins llama sistemas basados en la casa frente a los que fundan su organización social en base al concejo vecinal o a la familia nuclear.

Es decir, lo que ha pasado en los Pirineos es que, poco a poco, el sistema de organización doméstica (caserío vasco, masía catalana, oustal ariegoise, casau bearnés), es decir, el grupo doméstico que habita una casa, cultiva unos terrenos de labor, tiene una identidad, unos deberes vecinales y unos derechos comunales se constituye en la célula de reproducción social de la comunidad.

Esta y aquella (la casa) elaboran unas mismas estrategias de reproducción. Le Play, a pesar de sus preocupaciones conservadoras y moralistas, peligrosas y deformadoras desde el punto de vista científico, vino a dar con una de las instituciones claves del sistema pirenaico. Como consecuencia de un proceso histórico de individualización del territorio, la casa pirenaica se convierte en el verdadero operador social de la vida social.

Más aún, y ésta es la tesis que pretendo demostrar, la noción de casa (en cuanto organización social, no en cuanto edificio) es, en esta sociedad, desde el punto de vista cognitivo, el factor clasificador, ordenador y regulador de la experiencia colectiva y por lo tanto, el elemento explicativo de la realidad socio-cultural que, desde el punto de vista emic da razón de la comprensión indígena de su propia cultura, y desde el punto de vista etic, sirve para comprender el área pirenaica como un área cultural diferenciada frente a las mencionadas en la introducción. En segundo lugar, quisiera mostrar cómo, en los Pirineos, la organización social y las formas de reproducción y de simbolización, tanto de la casa como de la comunidad de vecinos, funcionan de la misma manera. Es decir, responden a unas mismas lógicas de producción y reproducción de las condiciones sociales de supervivencia de la comunidad doméstica y vecinal.”

la noción de casa (en cuanto organización social, no en cuanto edificio) es, en esta sociedad, desde el punto de vista cognitivo, el factor clasificador, ordenador y regulador de la experiencia colectiva y por lo tanto, el elemento explicativo de la realidad socio-cultural

(…)

 

“Ambas formas son complementarias y están inter-relacionadas de forma que las instituciones que controlan los bienes y los recursos a estos dos niveles (la casa y la vecindad) tienen una misma estructura y una misma forma de reproducirse: la indivisión y por lo tanto, la exclusión de los no derecho-habientes. Tanto la casa como los comunales son bienes indivisibles, al servicio del grupo (doméstico y vecinal). Formadas en la Edad Media, en un momento de presión demográfica, las Parzonerías (lies et passeries) pirenaicas son formas de control de los pastos comunes a valles de ambos lados de la cordillera o a valles de la misma vertiente. Estos acuerdos de paz y de concordia entre valles, así como las Juntas por las que estos se regían, velaban para que los derechos de los vecinos sobre los pastos se perpetuaran y se evitase la entrada de nuevos derecho-habientes. La correspondencia entre distribución de los terrenos de montaña y hábitat vecinal en el fondo de los valles demuestra que el pastoreo y los pastos de montaña tenían un valor estratégico irrenunciable para la comunidad de vecinos.

Esta indivisión de los terrenos de montaña, propia de la actividad pastoril (de gestión comunitaria –transhumancia– o doméstica), se ve, poco a poco, influenciada por la agricultura. Esta exige una apropiación a nivel de grupo doméstico de las tierras de labor. Las exigencias de pastos siguen ejerciendo una influencia determinante sobre la organización social de forma que la casa reproduce la forma de estructurar la relación al territorio que tienen los comunales: indivisión del patrimonio. La vecindad es un conjunto de casas con derecho a pastos. Su aumento desequilibraría la relación demografía/recursos. La comunidad restringe el derecho al uso de los bienes a los que tienen fuego abierto, es decir, residencia permanente.”

 

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