Cooperación transfronteriza, ¿para qué?
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Joseba Etxarte*
Desde que el 21 de mayo de 1980 se firmara el convenio marco de cooperación transfronteriza que permite a las entidades territoriales de estados contiguos firmar acuerdos de cooperación, muchos son los proyectos que se han puesto en marcha en esta nuestra (antigua) frontera.
Empezando por la Agencia Transfronteriza de la Eurociudad Vasca Bayona – San Sebastian y terminando en la recientemente creada Euroregión Aquitaine – Euskadi, algunos de ellos tienen un propósito amplio, y otros muy sectorial (como Bihartean o la Plataforma logística Aquitania – Euskadi), en algunos los protagonistas son los municipios fronterizos (como el Consorcio Bidasoa Txingudi o la asociación Xareta) y en otros son las instituciones “mayores” (Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno Vasco o Gobierno Foral junto a Consejo Regional y Consejo General, e incluso Prefectura del Departamento de Pirineos Atlánticos), como es el caso de la Conferencia Atlántica Transpirenaica, o la propia Euroregión.
En muchos de estos proyectos, sobre todo los más veteranos, el primer objetivo explicitado era el de conocerse mutuamente porque las sociedades de uno y otro territorio llevábamos demasiado tiempo viviendo de espaldas unos a otros, y también se consideraba necesario el que las instituciones aprendieran a trabajar en común, dado que las prácticas administrativas, repartos competenciales etc eran, y son, muy distintos a uno y otro lado del Bidasoa.
Después de casi 20 años de “conocerse”, parece que este primer objetivo se puede dar por conseguido. La multiplicación de organismos e instituciones y firmas de convenios de cooperación han ayudado a que la sociedad también se haya acostumbrado a oír hablar de cooperación transfronteriza. Sin embargo la ciudadanía se encuentra desorientada ante la aparente multiplicación de instituciones que quieren “desarrollar la cooperación transfronteriza” y la también aparente falta de resultados. No hace mucho el alcalde de Irun y presidente de turno del consorcio Bidasoa – Txingudi manifestaba que tal vez fuera conveniente preparar un documento estratégico para determinar los fines de esta institución pues existían dudas acerca de su operatividad. Los rectores de la flamante nueva Euroregión Aquitaine – Euskadi hablan de la elaboración de un plan estratégico que guíe sus actuaciones…
Lo cierto es que la cooperación transfronteriza tiene sentido si favorece a la continuidad territorial más allá de la frontera, según expresión de la Mission Opérationelle Transfrontalière MOT, organismo creado por el estado francés, centralista donde los haya, como sabemos, para apoyar (y controlar) a los diferentes proyectos transfronterizos que se manifiestan a lo largo de las múltiples fronteras que tiene este país con otros países europeos. Y favorecer la continuidad territorial significa tener un proyecto de territorio.
Bien, ¿y cuál es el proyecto de territorio impulsado por las autoridades vascas o navarras con las autoridades del estado vecino? Hacer un plan estratégico de la Euroregión o escribir un documento estratégico para Bidasoa –Txingudi y tener un proyecto de territorio no son la misma cosa. Hacer cooperación transfronteriza de proximidad, eliminando los obstáculos que dificultan la vida cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas que viven en torno a la frontera (que es el objeto de la Conferencia Atlántica Transpirenaica) está muy bien, pero ello no significa que se tenga un proyecto de territorio.
El único proyecto escrito de territorio, que uno conoce es el llamado Libro blanco de la Eurociudad Vasca Bayona – San Sebastian, un intento intelectualmente honesto que aporta una visión de lo que puede ser, a futuro, una metrópoli europea transfronteriza y que pretendía encender el debate social a inicios de la pasada década. Probablemente el proyecto necesite una revisión y actualización. Pero es el único que hay y entiendo que todas las instituciones transfronterizas (al menos las creadas por las instituciones de la CAV e Iparralde, Navarra es otra cosa) deberían tener en cuenta lo que en ese documento se propone a la hora de establecer sus respectivos planes de actuación.
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